Truman Capote y un cuento rescatado del olvido

A Truman Capote se le conocoe por su novela A sangre fría y por su novela corta Desayuno en Tiffany’s (Breakfast at Tiffany’s), amén de sus relatos recogidos en Música para camaleones. Escribió también otros títulos muy populares como Retratos. Su obra, no siendo extensa, es notable y variada. Incursionó en el relato, en la entrevista y el periodismo. Le asignan con alguna imprecisión y vaguedad conceptual, ser uno de los progenitores del llamado “nuevo periodismo”. La gran crónica literaria de su autoría fue sin duda A sangre fría. Para ello se trasladó a Kansas y hurgó en los archivos policiales de un caso de homicidio que terminó en pena de muerte.

Cuento navideño de Truman Capote

cuento navideño de Truman Capote

Ernesto Bustos Garrido nos ofrece un cuento dentro de otro cuento del escritor norteamericano Truman Capote (1924–1984), uno de los grandes autores norteamericanos del siglo XX. Lo que podéis leer a continuación es un fragmento (aunque constituye una historia en sí misma) que forma parte del cuento «Recuerdo navideño», incluido en el libro de Truman Capote Tres cuentos (Anagrama, 1996).

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Entrevista a Ignacio Rodríguez Mas

 

Ignacio Rodríguez Mas.
Ignacio Rodríguez Mas. Imagen cedida por el autor

LAS ENTREVISTAS DE NARRATIVA BREVE

Ignacio Rodríguez Mas

Director de la revista Tales

Por Francisco Rodríguez Criado

 

Hace aproximadamente un año y medio recibí un email de Ignacio Rodríguez Mas en el que se me invitaba a enviar alguno de mis cuentos para su posible publicación en una nueva revista en papel, Tales Literary, que pretendía ser un referente del cuento en castellano. Según me explicó Rodríguez Mas –a quien yo no conocía, y tengo la sensación de que él tampoco a mí más allá de la lectura en Internet de algún relato suelto–, Tales (la citaré abreviada a partir de ahora) pretendía hacer un papel en el mundo del cuento en castellano similar al que había interpretado The New Yorker en Estados Unidos en los años 40 (en este caso, obviamente, con el cuento anglosajón).

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Norman Mailer: «Tres de cada cuatro entrevistadores no habrán leído tu libro»

Norman Mailer, entrevistadores
Norman Mailer rodeado de entrevistadores

Norman Mailer: «Tres de cada cuatro entrevistadores no habrán leído tu libro»

«¡Ah, publicidad! Uno ha escrito un libro y el editor pretende moverlo un poco -surge la leve esperanza de que se convierta en un best seller– y de ese modo el autor está listo para hacer una gira y llamar un poco la atención. 

Creo que para cualquier novelista que haya tenido mucho éxito pronto, como Capote y Vidal y Styron lo tuvieron, no era automático o fácil considerar a las demás personas con un interés simple, porque, hablando en general, ellas estaban interesadas en nosotros. Uno nunca es más consciente de su vanidad que cuando está en una gira publicitaria. Eres el centro de atención. Pero hay un precio. Además, eres un objeto que va a ser manipulado con la mayor eficacia posible. Cabe la posibilidad de que la carrera de los entrevistadores de los medios crezca  o caiga un poco según el modo en que te manejen.

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Cuento breve recomendado: «Sin mañana», de Bernardo Kordon

Bernardo Kordon
Bernardo Kordon. Fuente de la imagen
El cuento «Sin mañana» se publicó en Crónicas fantásticas, Buenos Aires, edit. Jorge Álvarez, 1966, una magnífica antología en la que, además del cuento de Kordón, se seleccionan relatos de Abelardo Castillo, Alejo Carpentier, Carlos Fuentes, E. Anderson Imbert, Felisberto Hernández y el norteamericano Truman Capote.
M.D.R.

Cuento de Bernardo Kordon: Sin mañana

Lo molesto ocurre al comienzo. Los familiares alborotan todo en el preciso momento que uno ansía y alcanza la tranquilidad. Felizmente en ese mismo instante nos separa de la vida un velo de apretada trama y un cristal más duro que el acero. Desde el otro lado contemplamos las últimas imágenes de, la vida, que se desvanecen como sombras y humo. Un fogonazo gris se traga a los que lloran y rezan. Ya estoy muerto y mi última imagen del mundo de los vivos es la de ese joven desconocido que vi asomado en la puerta de mi dormitorio. Simplemente un intruso que miró con ansiedad y conmiseración al moribundo. Ese gesto se instala en mí, se identifica conmigo. Comprendo que ese desconocido que me observa detrás de toda mi familia soy yo mismo. Es él quien siempre me siguió paso a paso, y me espió día y noche. Ahora se instala en mí. En el momento de morir soy como un guante vacío, que se inmoviliza y enfría. Entonces una mano se introduce para darle nueva vida. Ya no somos dos, sino uno solo. Ahora soy ese otro que nunca conocí. Y ya es tarde para encontrarle cualquier semejanza. Lo tengo dentro de mí. No tiene rostro. Yo tampoco lo tengo. Estamos uno dentro del otro. Tensos y reposados, esperamos la partida. Igual que en un avión. A través del duro cristal y del tupido velo observamos las sombras del mundo de los vivos. Siguen acumulando flores, llantos, palabras y más palabra. Yo veo a través de los ojos del otro, y el otro mira a través de mis ojos. A ambos nos sorprende esa desesperada e inútil dispersión de gestos y más gestos. Me domina el orgullo de estar muerto y creo que la expresión de mi máscara no lo disimula.

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Libros y casquerías

Mientras la multitudinaria Feria del Libro de Madrid prosigue su curso apoyada por la presencia de miles de lectores y cientos de autores dispuestos a estampar sus firmas al mejor postor, en otro barrio de la capital, Lavapiés, La Casquería trata de abrirse camino en estos tiempos tan difíciles. Ubicada en una antigua casquería –de ahí su nombre– del mercado de San Fernando, esta pequeña empresa comparte el mismo objetivo que el resto de los negocios del entorno: vender productos al peso. La única diferencia es que estos jóvenes empresarios no venden carne, pescado, verduras o lácteos. Venden libros. Libros de segunda mano al peso. Un kilo de literatura, diez euros. El precio de los libros depende, pues, del pesaje que marque la báscula, no de su calidad literaria. Da igual si el autor es Truman Capote, Tolstói o Corín Tellado. Los promotores de La Casquería unifican los precios porque, según afirman, un libro puede interesar mucho a un lector y muy poco a otro.