Esto es lo que veo ahora mismo en tus ojos: una noche lluviosa, una calle angosta, unas farolas que se pierden en la distancia. El agua se desliza vertiginosa por las laderas de los tejados empinados hasta los desagües. Debajo de la boca de serpiente de cada uno de los desagües hay un cubo con un aro verde. Las hileras de cubos bordean las paredes negras a ambos lados de la calle. Yo los observo mientras se van llenando de mercurio frío. El mercurio pluvial va creciendo hasta desbordarse. Las bombillas desnudas brillan en la distancia, sus rayos erizados en la lluviosa oscuridad. Los cubos ya se están desbordando.
Terror | Un cuento de Vladimir Nabokov
«Cuando mencioné sensaciones tan extrañas, la gente observó, muy acertadamente, que el sendero que había elegido conducía directamente al manicomio. De hecho, más de una vez, muy avanzada la noche, tanto me demoré ante mi imagen reflejada que un sentimiento atroz me sobrecogió y no tardé en apagar la luz. Sin embargo, al día siguiente, al afeitarme, jamás me asaltaban dudas con respecto a la realidad de mi imagen»