El quinto libro de relatos de Woody Allen: Gravedad cero

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El prólogo es obra de la escritora y crítica literaria estadounidense (neoyorquina como Allen) Daphne Merkin, quien comienza diciendo que “no es fácil ser gracioso”. Qué duda cabe (a mí no, hay quien la gracia y el gusto por lo gracioso lo tiene en otro universo distinto al mío, lo comprendo y casi hasta lo disculpo) de que Allen es (muy) gracioso, de hecho, la prologuista nos dice que están los humoristas buenos… “y luego está Woody Allen”.

21 citas de Woody Allen

 

 

21 citas de Woody Allen
Woody Allen

 

1 Lo que más odio es que me pidan perdón antes de pisarme.

2 No solo de pan vive el hombre. De vez en cuando, también necesita un trago.

3 No creo en una vida más allá, pero, por si acaso, me he cambiado de ropa interior.

4 El miedo es mi compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse con otro.

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Cuento de Woody Allen: El episodio Kugelmass

Cuento de Woody Allen

Este cuento de Woody Allen fue publicado en The New Yorker en 1977. Woody Allen es conocido sobre todo por sus películas, pero no hay que olvidar que también es autor de varios libros: Cuentos sin plumas: Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, o Perfiles. En Narrativa Breve ya publicamos el cuento de Woody Allen Fiesta de disfraces.

 

Cuento de Woody Allen: El episodio Kugelmass 

El profesor Kugelmass, quien dictaba clases de Humanidades en el City College, estaba infelizmente casado por segunda vez. Su esposa, Dafne Kugelmass, era una idiota. Él también tenía dos hijos tontos de su primera esposa, Flo, y estaba hasta el cuello de deudas ocasionadas por los costos de la separación y manutención de los niños.

–¿Acaso yo sabía que las cosas iban a salir tan mal? –se lamentó un día Kugelmass dirigiéndose a su analista–. Dafne era muy prometedora. ¿Quién podría sospechar que ella iba a abandonarse y a engordar como tonel? Además, ella tenía algunos dolarillos, lo que no es, por supuesto, razón suficiente para contraer nupcias pero tampoco viene mal, teniendo en cuenta los problemas “operativos” que tengo. ¿Entiende lo que le digo?

Kugelmass era calvo y tan peludo como un oso, pero tenía un gran corazón.

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El Diario Down: Padres con síndromes

Mozart, Síndrome de Down, Síndrome de Asperger
Mozart

El Diario Down: Padres con síndromes

Francisco Rodríguez Criado

El otro día me contaron, durante el transcurso de una reunión con amigos, que algunos padres de chicos y chicas con síndrome de Asperger (un trastorno neuronal de tipo autista) generan a su vez una patología: el síndrome de Mozart. Resulta que estos padres, estimulados por ciertas informaciones que aseguran que numerosos genios eran o son Asperger, creen ver en sus hijos algún tipo de talento fuera de lo común. La conversación en la que surgió este tema estaba enfocada a las humanidades (literatura, música, pintura…), pero supongo que también será aplicable al campo de las ciencias, donde suelen destacar los Asperger.

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Cuento breve recomendado: “Cántiga de los esponsales”, de Joaquín Machado de Assis

Imagine la lectora que está en 1813, en la iglesia de Carmo, oyendo una de aquellas buenas fiestas antiguas, que eran la mayor diversión pública y lo mejor del arte musical. Sabe cómo es una misa cantada; puede imaginar lo que sería una misa cantada en aquellos años remotos. No llamo su atención hacia los curas y sacristanes, ni hacia el sermón, ni hacia los ojos de las jóvenes cariocas, que ya eran bonitas en aquel tiempo, ni hacia las mantillas de las señoras graves, las casacas, las cabelleras, las cortinas, las luces, los inciensos, nada. Ni siquiera hablo de la orquesta, que es excelente; me limito a mostrarle una cabeza blanca, la cabeza de ese viejo que dirige la orquesta con alma y devoción.

Cuento breve recomendado: «Fiesta de disfraces», de Woody Allen

Dieron las doce de la noche y empezaron a repartir los premios a los mejores disfraces. El primer premio fue para los Berkowitz, un matrimonio disfrazado de alce. El alce quedó segundo. ¡Eso le sentó fatal! El alce y los Berkowitz cruzaron sus astas en la sala de estar y quedaron todos inconscientes. Yo me dije: Ésta es la mía. Me llevé al alce, lo até sobre el parachoques y salí rápidamente hacia el bosque. Pero… me había llevado a los Berkowitz. Así que estaba conduciendo con una pareja de judíos en el parachoques. Y en el estado de Nueva York hay una ley que los martes, los jueves y muy especialmente los sábados…